En Diciembre de 2015 empezamos a planificar nuestro viaje pensando en la experiencia que queríamos vivir junto a nuestro hijo Agustín de 1 año.
Nos aconsejaron muchos destinos diferentes, entre ellos ir a una playa con sistema todo incluído para descansar. Pero luego de evaluar todos los pros y contras, decidimos que queríamos recorrer, conocer algo con historia y por eso decidimos ir a Europa.
Si bien el viaje estaba planificado para julio de 2016, en pleno verano europeo, la verdad que empezó en el minuto que compramos los pasajes. Fue una sensación de felicidad extrema y una ansiedad que duró los 6 meses que faltaban para partir.
Primero y teniendo en cuenta que viajaríamos con un niño chico, decidimos quedarnos varios días en cada ciudad, para realmente recorrerlas a un ritmo tranquilo y así disfrutar sin el estrés de un itinerario tan apretado.
Ya trazada la ruta, decidimos partir por París, luego seguir a Roma, donde arrendamos un auto para recorrer la incomparable Costa Amalfitana, para finalmente terminar en Barcelona. En total, un itinerario de 25 días.
Porque con niños es mejor no improvisar, hicimos una detallada organización y nos equipamos con todas las cosas necesarias para iniciar la aventura.
Cuando compramos los pasajes, tuvimos especial cuidado en elegir un vuelo directo y que fuera de noche, para ojalá hacer coincidir las horas de sueño de nuestro hijo y así todos pudiéramos descansar.
Una vez en el avión, nuestro primer miedo desapareció…durmió como nunca! Estaba feliz volando y sobretodo disfrutó dormir arriba de alguno de nosotros. Lo mejor es que no le dolieron los oídos, que era algo que nos preocupaba pudiera pasar y por eso tuvimos especial cuidado de que tomara líquido durante el despegue y el aterrizaje para que no le molestaran.
Nuestro plan era recorrer la ciudad, sus parques y caminar sus calles aprovechando el clima veraniego. Por lo que decidimos no meternos a museos. Fuimos a parques como el de Luxemburgo y las Tullerías,entre muchos otros. Llevábamos picnics que íbamos armando en distintos mercados franceses. Hasta fuimos a Versalles en tren.
Nos sorprendimos gratamente con la comida para niños que encontramos en supermercados, muy gourmet y que a Agustín le encantó! Realmente los tres gozamos por igual, Agustín a pesar de ser tan chico miraba todo sorprendido y en sus intentos por sociabilizar, hizo que conociéramos a mucha gente!! Es increíble cómo los niños te conectan con el entorno de una manera especial, a través de otros niños, de mascotas, etc.
El calor intenso nos acompañó durante varios días. Algunos, recorríamos sin ningún problema, otros teníamos que refugiarnos en restaurantes o tiendas. Paseamos todo Roma a pie, Piazza Navona, el Pantheon, Fontana Di Trevi, Piazza Del Popolo, Piazza di Spagna, el Vaticano, etc. Y en el camino, comimos definitivamente las mejores pizzas y los más exquisitos helados del mundo.
En Roma arrendamos un auto y partimos a la Costa Amalfitana, donde alojamos 4 días en Sorrento y dos en Positano. Fue lejos la mejor desición porque nos permitió hacer vida de playa, aprovechando al máximo el clima espectacular de la costa italiana. Como era temporada alta nos tocaron muchos turistas, pero llevábamos muy buenos datos de restaurantes y lugares que no aparecen en las guías, así nos evitamos los tumultos de gente y disfrutamos sin colapsos.
Recorrimos esta zona mágica, de vistas únicas, caletas y restaurantes a la orilla del mar y Agustín disfrutó junto a nosotros en todo momento.
El clima nos acompañó por completo porque hacía calor pero era muy agradable durante el día y la noche.
En las mañanas partíamos temprano a la playa de la Barceloneta donde comíamos algo y como tipo 3pm nos vestíamos en los cambiadores de la misma playa para evitar perder tiempo volviendo al hotel y salíamos a recorrer algunas de las tantas maravillas de esta ciudad como el Barrio Gótico, La Boquería, Las Ramblas, Sagrada Familia, Park Güell, Paseo de Gracia, entre muchos otros. Barcelona es de esas ciudades que lo tienen todo, playa, cultura, arquitectura, shopping, historia, gente amable y una increíble gastronomía….cómo olvidar las sangrías, tapas, paellas....y para que decir ir a la Boquería a comer jamón serrano en cambucho.
Pudimos sacar miles de aprendizajes después de este inolvidable primer viaje en familia.
Lo primero es que los niños se adaptan mucho más de lo que uno piensa, viajar con niños chicos a destinos más “difíciles” también tiene su gracia. La verdad es que si uno va bien organizado y con el equipamiento adecuado, no hay problemas de elegir este tipo de destino.
Nos sorprendimos lo bien que resultó todo. Es por lejos el mejor viaje que hemos hecho. Si lo definimos en una sola palabra…GOZAR.
Algo que hay que tener en cuenta es que viajando con niños uno anda mucho más cargado, entre el coche, la mochila, los pañales y los sin número de "por si acaso". Un aprendizaje para nosotros fue que en un próximo viaje optimizaremos las cosas a llevar, porque ya sabemos que fueron innecesarias algunas de ellas y así poder viajar más livianos.
Los niños perciben todo. En los últimos preparativos del viaje y antes de tomar el vuelo obviamente estábamos un poco nerviosos y ansiosos, y Agustín por su parte un poco irritable. Pero una vez arriba del avión, decidimos que era hora de relajarnos y empezar a disfrutar, y fue increíble porque creemos que eso también lo ayudó a él a relajarse y pasarlo bien.
Escuchar los consejos de los demás puede ser constructivo, pero es importante entender que cada experiencia es única y todas las familias son diferentes. A pesar que muchos nos dijeron que estábamos locos de viajar con un niño tan chico y algunos nos contaban sus espantosas experiencias, nosotros sentíamos que este iba a ser un viaje increíble para los tres.
Los viajes te hacen crecer, él llegó distinto, más grande, con otra actitud, hasta más gozador de todo!!!
Respecto al presupuesto, hay que ser realista, viajar muchas veces puede ser caro sobretodo si vas a Europa, pero creemos que es la mejor inversión y lejos algo que se disfruta mucho más que las cosas que podamos comprar.
Ya han pasado dos años de este viaje y el recuerdo sigue presente e intacto, como si fuese ayer y eso es invaluable, seguimos disfrutando del viaje, ahora a través de las fotos y las anécdotas que recordamos. Somos unos convencidos de que siempre hay que viajar con los niños, en familia. No dejarlos con la abuela por susto a que no se porten bien.
Sirve para el crecimiento personal y familiar de todos. Conocimos mucho más a nuestro hijo, de lo que es capaz de hacer y a nosotros mismos. Atreverse a viajar a destinos distintos, más lejanos, donde de repente hay que tomar más de un vuelo, sabemos que no es lo más fácil, pero no hay nada más enriquecedor que poder descubrir el mundo en familia.
Quedamos fascinados, felices y ahora ya estamos planificando nuestro próximo destino, que podría ser a nuevas ciudades europeas o el Sudeste Asiático. Pero ahora ya no somos tres, se nos unió en esta aventura Sofía, que ya tiene 8 meses y está próxima a convertirse en una viajera más.
Atrévanse ustedes también a soñar y empezar a planificar un viaje en familia, que el recuerdo queda para siempre.